En las profundidades
En lo profundo de un estanque , un espejo pequeño, me esfuerzo por ver mi imagen en el, pero solo veo un resplandor blanco, quiero creer que ese resplandor no es la luz del sol q se refleja con esfuerzo, sino que eres tú que me contemplas con recelo, y que ese espejo tal vez no sea pequeño, q la distancia es lo que hace q parezca minúsculo, si solo de jara de pensar y viera q al final de un oscuro poso hay una luz que brilla y lo único q tengo q hacer es sumergirme en estas frías aguas para intentar conocer la realidad de este resplandor , es difícil y requiere de mucho valor ya q tal vez sufra un frio intenso que congele mis huesos por algo q realmente no vale la pena pero si no lo hago… ¿sería peor verdad? quedarme con la duda eterna de lo q habría sido, y tal vez ese espejo sea solo el reflejos de mis miedos y sentimientos más ocultos, y de no enfrentarlos estarían siempre ahí en lo más profundo de ese estanque esperando el día en q decida tomar la fuerza necesaria para enfrentarlos, veo rápido el estanque sintiendo con mis dedos el agua helada fijo mis ojos en la luz y no pienso más… basta de titubeos me sumerjo hacia lo profundo, en la superficie el agua se presenta calmada mientras q yo nado en un remolino de pensamientos que me nublan la vista, pero hago foco en la luz, y sigo hacia ella, casi si aire en mis pulmones logro llegar y me doy cuenta q eso a q tanto temía no era más q mi reflejo, era yo siempre fui yo a lo q temí tanto, lo q escondí en lo profundo de esa fosa de agua helada, y comprendí que la única manera de poder ver a los demás, de poder tener un futuro o simplemente seguir siendo yo, es conocerme, conocerse a uno mismo, en su totalidad, enfrentar los miedos y solo cuando haya logrado enfrentar mi realidad estaré listo para poder crecer y enfrentar el mundo en y su inmensidad, y que es imposible saber lo que se quiere si uno no sabe quién es, que no se puede correr si no se aprende antes a caminar, que todo en la vida tiene su tiempo, y que lo que uno desea si en verdad lo quiere, si hace todo por ello, lo logra, quesolo existe lo imposible cuando uno se resigna a creer en sí mismo, todos tenemos la posibilidad de lograr que lo imposible sea realidad y que la realidad sea imposible.
Demian Argento.
jueves, 18 de octubre de 2012
INVOCACION AL LAUREL
Por el horizonte confuso y doliente
venía la noche preñada de estrellas.
Yo, como el barbudo mago de los cuentos,
sabía el lenguaje de flores y piedras.
Aprendí secretos de melancolía,
dichos por cipreses, ortigas y yedras;
supe del ensueño por boca del nardo,
canté con los lirios canciones serenas.
En el bosque antiguo, lleno de negrura,
todos me mostraban sus almas cual eran:
el pinar, borracho de aroma y sonido;
los olivos viejos, cargados de ciencia;
los álamos muertos, nidales de hormigas;
el musgo, nevado de blancas violetas.
Todo hablaba dulce a mi corazón
temblando en los hilos de sonora seda
con que el agua envuelve las cosas paradas
como telaraña de armonía eterna.
Las rosas estaban soñando en la lira,
tejen las encinas oros de leyendas,
y entre la tristeza viril de los robles
dicen los enebros temores de aldea.
Yo comprendo toda la pasión del bosque:
ritmo de la hoja, ritmo de la estrella.
Mas decidme, ¡oh cedros!, si mi corazón
dormirá en los brazos de la luz perfecta.
Conozco la lira que presientes, rosa:
formé su cordaje con mi vida muerta.
¡Dime en qué remanso podré abandonarla
como se abandonan las pasiones viejas!
¡Conozco el misterio que cantas, ciprés;
soy hermano tuyo en noche y en pena;
tenemos la entraña cuajada de nidos,
tú de ruiseñores y yo de tristezas!
¡Conozco tu encanto sin fin, padre olivo,
al darnos la sangre que extraes de la Tierra,
como tú, yo extraigo con mi sentimiento
el óleo bendito que tiene la idea!
Todos me abrumáis con vuestras canciones;
yo sólo os pregunto por la mía incierta;
ninguno queréis sofocar las ansias
de este fuego casto que el pecho me quema.
¡Oh laurel divino, de alma inaccesible,
siempre silencioso, lleno de nobleza!
¡Vierte en mis oídos tu historia divina,
tu sabiduría profunda y sincera!
¡Árbol que produces frutos de silencio,
maestro de besos y mago de orquestas,
formado del cuerpo rosado de Dafne
con savia potente de Apolo en tus venas!
¡Oh gran sacerdote del saber antiguo!
¡Oh mudo solemne cerrado a las quejas!
Todos tus hermanos del bosque me hablan;
¡sólo tú, severo, mi canción desprecias!
Acaso, ¡oh maestro del ritmo!, medites
lo inútil del triste llorar del poeta.
Acaso tus hojas, manchadas de luna,
pierdan la ilusión de la primavera.
La dulzura tenue del anochecer,
cual negro rocío, tapizó la senda,
teniendo de inmenso dosel a la noche,
que venía grave, preñada de estrellas.
A Pepe Cienfuegos
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